2 de mayo: San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia

El defensor del Credo niceno-constantinopolitano
Un obispo solo contra todos, incluso contra el emperador, en defensa del Credo niceno-constantinopolitano, sin temer al exilio, a la marginación ni a la persecución. Así fue san Atanasio, firme defensor de la ortodoxia de la fe frente a la herejía arriana.
Nacido hacia el año 298 en las cercanías de Alejandría, Egipto, se formó en literatura griega y en filosofía. Muy joven entró al servicio de la Iglesia, donde ejerció durante seis años el ministerio de lector. Ordenado diácono, el patriarca Alejandro lo nombró su secretario personal.
Por aquel entonces, el presbítero Arrio comenzó a difundir su doctrina, que negaba la divinidad de Jesucristo. En el Concilio de Nicea del año 325, las tesis de Arrio fueron condenadas. Atanasio participó activamente en aquel concilio como secretario del patriarca.
Alejandro, antes de morir en el año 328, designó a Atanasio como su sucesor, y a la edad de tan solo treinta años fue elegido patriarca.
En el otoño de 329 emprendió un largo viaje pastoral. En el monasterio de Tabennisi, en la región de la Tebaida, ordenó sacerdote al abad Pacomio.
Poco después, los seguidores de Arrio se opusieron con firmeza a Atanasio, acusándolo de mala gestión del Patriarcado. En el año 335, durante un sínodo celebrado en Tiro —en el actual Líbano— convocado por obispos arrianos, Atanasio fue acusado de complicidad en actos de violencia contra el clero arriano, y depuesto de su sede en Alejandría. El 5 de febrero de 336, el emperador Constantino lo desterró a Tréveris, donde permaneció desde la primavera de ese año hasta junio de 337.
En el otoño de 353, los obispos de la Galia se reunieron en Arlés, en presencia de los legados del papa Liberio. Bajo la presión del emperador, el concilio condenó injustamente a Atanasio, pero el Papa se negó a ratificar dicha condena.
Un nuevo concilio se celebró en Milán en 355, con la presencia del emperador Constancio II. Amenazados con el exilio, la mayoría de los obispos firmaron el decreto de deposición de Atanasio, quien se retiró al desierto.
A la muerte de Constancio II, en 361, el emperador Juliano promulgó un edicto el 9 de febrero de 362 que autorizaba el regreso de todos los obispos desterrados por su predecesor. Atanasio regresó a Alejandría el 21 de febrero e inició un esfuerzo por reconciliar a las distintas facciones cristianas.
Sin embargo, Juliano, temeroso de la influencia de Atanasio sobre el pueblo, dirigió una carta pública a los alejandrinos en la que explicaba que había autorizado el regreso de los obispos desterrados, pero no su reintegración en el ministerio. Atanasio se vio obligado a emprender de nuevo el camino del exilio hacia el Alto Egipto.
En 363, tras la muerte de Juliano, le sucedió Joviano. Atanasio viajó a Siria para entrevistarse con él. Los arrianos intentaron persuadir al nuevo emperador de que lo depusiera, sin éxito. Después de una estancia en Antioquía, regresó a Alejandría, donde recuperó el Patriarcado.
Tras la muerte de Joviano, en 364, Valente fue nombrado coemperador de Oriente. A comienzos de 365, un edicto imperial proscribió nuevamente a los obispos depuestos por Constancio II y readmitidos por Juliano. Atanasio tuvo que refugiarse en una casa de campo, hasta que, debido a graves disturbios políticos, el emperador lo restituyó en su sede metropolitana en el año 366.
Falleció el 2 de mayo de 373 en Alejandría de Egipto.