12 de abril: San José Moscati

La profesión médica como misión de caridad
«Que dé quien tiene, y quien no tiene, que tome»: así rezaba el cartel colocado sobre un sombrero abierto en una consulta médica muy singular. Era la consulta donde ejercía san José Moscati: los pobres no pagaban las visitas; es más, salían de allí con alimentos y medicamentos gratuitos.
Era conocido en todo Nápoles como el médico santo, no solo por su habilidad para diagnosticar y tratar a los enfermos, sino también por su caridad hacia los más necesitados y quienes no podían permitirse pagar una atención médica.
José Moscati nació el 25 de julio de 1880 en Benevento, hijo de Francesco y Rosa De Luca, de los marqueses de Roseto. Fue bautizado el 31 de julio de ese mismo año.
En 1881 la familia se trasladó a Ancona y posteriormente a Nápoles, donde en 1888 recibió la primera comunión. Entre 1889 y 1894 cursó el gimnasio y luego el liceo, donde obtuvo el título con tan solo 17 años. Posteriormente, se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nápoles.
La atención prestada a su hermano Alberto —quien quedó con una discapacidad a causa de una caída de caballo— le llevó a decidirse por la medicina, con el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás. Esta profunda empatía hacia los hermanos y hermanas que sufren lo convenció de que solo Cristo puede consolar y sanar plenamente, no solo las heridas del cuerpo, sino sobre todo las del alma.
Tras obtener la licenciatura en Medicina con la máxima calificación, el 4 de agosto de 1903, se presentó al concurso público para el cargo de asistente ordinario en los Hospitales Reunidos de Nápoles. Al mismo tiempo, se inscribió en el concurso para ayudante extraordinario en los mismos hospitales, en el que obtuvo el primer puesto.
Así comenzó, en 1904, su servicio como ayudante en el Hospital de los Incurables, ocupándose del tratamiento de los afectados por el virus de la rabia. Durante la erupción del Vesubio en 1906, logró salvar a los hospitalizados del centro de Torre del Greco.
Tras obtener la habilitación para el servicio de laboratorio en el hospital de enfermedades infecciosas “Domenico Cotugno”, en 1911 ganó el concurso público para ayudante ordinario en los Hospitales Reunidos. Su carrera culminó con el nombramiento como médico jefe y, durante la Primera Guerra Mundial, fue director de las unidades militares.
También en 1911 obtuvo la habilitación como profesor libre de Química fisiológica, y comenzó a impartir clases sobre Análisis de laboratorio aplicado a la clínica y Química aplicada a la medicina. En 1922 obtuvo además la habilitación en Clínica médica general. Fue un investigador de gran nivel internacional, especialmente en el campo del estudio del glucógeno.
El estilo de san José en el ejercicio de su profesión estaba alimentado por una intensa vida eucarística, con Cristo en el centro. En cada enfermo reconocía el Rostro doliente de Cristo, al que amaba, servía y consolaba. Impulsado por ese amor, no solo atendía a los enfermos en las salas hospitalarias, sino que se adentraba personalmente en los barrios más pobres para socorrer a quienes estaban olvidados o no tenían recursos.
Su ejercicio profesional se sustentaba no solo en una sólida base científica, sino también en la oración, la meditación y la adoración eucarística. Para todos fue consuelo y presencia de Dios en medio de su pueblo. Falleció repentinamente el 12 de abril de 1927. Para el pueblo, había muerto el médico santo.