El cardenal Giovanni Lajolo ha inaugurado una estatua de Nuestra Señora de la Paz de La Vang

Signo de fidelidad al Sucesor de Pedro por parte de los católicos vietnamitas
La presencia de una estatua de la Virgen de La Vang, venerada con el título de Nuestra Señora de la Paz, junto a la Tumba del Apóstol Pedro, constituye un elocuente signo de la fidelidad de los católicos vietnamitas a Cristo, al Papa y a la Iglesia.
Con este propósito se ha colocado una imagen mariana cerca de la campana del Jubileo, en los Jardines Vaticanos.
Fue el cardenal Giovanni Lajolo, presidente emérito de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, quien la inauguró el martes por la tarde, 29 de abril, en presencia de varios obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así como de laicos procedentes de Vietnam.
En 1934, la Virgen María se apareció a dos mujeres paganas, señalándoles un manantial en el que debían sumergir al hijo enfermo de una de ellas, quien sanó de inmediato.
La solicitud de María se manifestó así de forma universal a toda la población, especialmente a quienes más sufrían. De hecho, Nuestra Señora de la Paz es invocada también, y de modo particular, como Reina de los mártires.
Por ello, los cristianos vietnamitas han recurrido siempre a Nuestra Señora de la Paz en los momentos difíciles y dramáticos que ha atravesado su país, como durante las guerras, la violencia o las catástrofes naturales.
Publicamos el breve discurso del Cardenal Giovanni Lajolo:
Saludo en la inauguración de la Virgen de Vietnam
en los Jardines Vaticanos – 29 de abril de 2025, 15:30 h
Dirijo un cordial saludo a todos los presentes, en particular a los venerables Obispos vietnamitas, aquí reunidos con motivo de la inauguración de la estatua de la Virgen María, que sostiene en brazos al Niño Jesús, y que ahora podemos contemplar ante nosotros.
María está aquí –si se me permite decirlo así– como la dueña de casa, y por tanto, no solo los fieles católicos de Vietnam, sino todos los vietnamitas pueden sentirse aquí como en su propio hogar.
Con esta bellísima estatua, obra del escultor vietnamita Trần Văn Giang –que se encuentra hoy entre nosotros y a quien saludo muy cordialmente–, creo que no solamente los católicos y cristianos de Vietnam, sino todos los ciudadanos de esa noble nación son bienvenidos aquí, acogidos con amor por la Virgen María, Madre de Dios y Madre celestial suya, Patrona del pueblo vietnamita.
Me alegra profundamente. Nos alegra profundamente a todos.
Y ahora cedo la palabra a mis hermanos, los Obispos vietnamitas aquí presentes, generosos donantes de esta espléndida imagen.
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