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17 de mayo: San Pascual Baylón, laico franciscano

El portero y limosnero enamorado de la Eucaristía 

Casi analfabeto, autodidacta en la lectura y la escritura, humilde, pobre, sencillo fraile laico a la manera de san Francisco de Asís, fue un gran devoto del Santísimo Sacramento, hasta el punto de ser llamado “el teólogo y el serafín de la Eucaristía”. Se trata de Pascual Baylón, nacido en Torrehermosa, entonces Reino de Aragón, hijo de Martín y Isabel Jubera, el 16 de mayo de 1540. Procedía de una familia pobre y numerosa, motivo por el cual su padre lo envió, desde niño, a pastorear rebaños. Aprovechaba las largas jornadas en medio de la naturaleza para alabar a Dios y entonar cánticos a la Virgen María. 

A los 18 años, en Monforte del Cid, conoció por primera vez a los frailes franciscanos alcantarinos del convento de Santa María de Loreto. Pascual pidió ingresar en la Orden, pero no fue admitido por su juventud. Entonces, entró a trabajar como pastor para un propietario llamado Martín García, quien le permitió frecuentar el convento y el santuario mariano. Finalmente, el 2 de febrero de 1564, vio cumplido su anhelo de vestir el hábito franciscano e ingresó en el convento. Al año siguiente, profesó como religioso en la rama de los Frailes Menores Alcantarinos de Orito, donde permaneció hasta 1573. Le fueron confiados los oficios más humildes, como el de portero.

Desde 1573 hasta 1589, su vida transcurrió en varios conventos de la provincia de Alicante, para trasladarse después al convento de Villarreal, en Castellón. Fue muy estimado por su austeridad de vida y su sabiduría, hasta el punto de que muchas personas buscaban en él consejo y orientación. Se le conocía como apóstol de la Eucaristía, y exhortaba a todos a visitar el Sagrario.

En 1576, el ministro provincial le envió a Francia, donde debía entrevistarse con el ministro general de la Orden. Por entonces, el país estaba desgarrado por las guerras de religión. Durante el viaje, fue golpeado e insultado por los calvinistas y, en Orleans, estuvo a punto de ser lapidado tras una disputa sobre la Eucaristía, en la que rebatió con firmeza las tesis reformadas.

De regreso a España, redactó un breve tratado sobre la Eucaristía y la autoridad del Papa. Pasó los tres últimos años de su vida en el convento de Villarreal, cerca de Valencia, desempeñando los humildes oficios de portero y limosnero. Se sintió gravemente enfermo mientras pedía limosna por la ciudad. Falleció el 17 de mayo de 1592.

Fue canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690, y León XIII, en 1897, lo proclamó Patrono de las obras y de los congresos eucarísticos internacionales.

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