7 de mayo: Santa Rosa Venerini

Al servicio de las mujeres para educarlas y emanciparlas
Intuyó las dificultades y la marginación a las que estaban sometidas las mujeres de su tiempo y no escatimó energías para educarlas y enseñarles las verdades de la fe. Estaba convencida de que, para acoger el Evangelio, era necesario liberar a las personas de la ignorancia y el error. Junto con la educación, creía que ofrecer una formación profesional contribuiría a la promoción humana y a la afirmación de las mujeres en la sociedad. No tuvo dudas Rosa Venerini cuando dedicó toda su vida al apostolado y a la educación, en una época —el siglo XVII— en la que a las mujeres les estaban vedadas muchas oportunidades.
Nacida en Viterbo el 9 de febrero de 1656, en una familia acomodada, hizo voto privado de castidad. Al llegar a los veinte años, se debatió entre ingresar en un convento o casarse. Siguiendo el consejo de su padre, inició un período de prueba en el monasterio de Santa Catalina de las Dominicas de Viterbo, donde residía una tía suya. Pocos meses después, fue llamada de nuevo a casa debido a la muerte de su padre y comprendió que Dios no la llamaba a la vida contemplativa. Entre 1677 y 1680, perdió también a su hermano Domenico y a su madre, mientras una hermana contrajo matrimonio, quedándose sola junto a su hermano Horacio.
Frecuentaba a los dominicos del santuario de Nuestra Señora de la Encina, cerca de Viterbo, pero se puso bajo la dirección espiritual de los jesuitas, siguiendo la espiritualidad de san Ignacio de Loyola.
Su confesor le aconsejó reunir en su casa a las mujeres y muchachas del vecindario para rezar el Rosario. En esas reuniones, Rosa se dio cuenta de la pobreza espiritual y cultural en la que vivían las mujeres de la época y, además de las oraciones, comenzó a instruirlas en la fe. Cuando Horacio también dejó el hogar para casarse, el 20 de diciembre de 1684, Rosa alquiló una casa con la ayuda de una benefactora y abrió su primera escuela junto con dos amigas. Se trataba de la primera escuela pública femenina en la península italiana.
Aquellas mujeres que vivían como religiosas en medio del mundo y enseñaban a muchachas de origen humilde causaron un gran revuelo en Viterbo. Rosa también se enfrentó a la oposición de parte del clero, que consideraba que el Catecismo debía enseñarse únicamente en las parroquias. Superó todas las dificultades, segura de que aquella era la voluntad de Dios. Aquel grupo de mujeres, que tomó el nombre de Maestras Pías, comenzó a crecer en número, y Rosa envió a sus compañeras, de dos en dos, para difundir la obra. Se abrieron escuelas en Montefiascone y en otras diócesis del Lacio.
En 1706 fundó una escuela también en Roma, aunque el proyecto fracasó. Solo en 1713, gracias a la ayuda de un amigo de la familia, pudo abrir una escuela a los pies del Capitolio. El 24 de octubre de 1716, el papa Clemente XI, acompañado de ocho cardenales, asistió a una de sus clases. Impresionado por su método de enseñanza, el Papa le dijo: “Señora Rosa, con estas escuelas santificaréis Roma”. A partir de ese momento, muchos obispos solicitaron la presencia de las Maestras Pías en sus diócesis.
Rosa murió en Roma el 7 de mayo de 1728, después de haber fundado más de cuarenta escuelas. Fue canonizada por Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006.